lunes, 22 de noviembre de 2010

“Le tengo miedo a las alturas”

Sebastián Villa fue figura en los pasados Juegos Suramericanos de saltos Ornamentales en Argentina donde recibió el trofeo Eficiencia y el Trofeo Orden de los Caballeros, la máxima distinción del certamen.



Sebastián Villa es un joven antioqueño que cursa décimo grado en el Liceo Salazar y Herrera y es una de las promesas en clavados para Antioquia y Colombia, pues con tan sólo 17 años ha sido campeón Nacional, Suramericano, Centroamericano y Panamericano. Además, se ubicó octavo, en un metro, en el Mundial que se realizó el año pasado en Alemania y en los Juegos Suramericanos de saltos Ornamentales, que se disputaron a finales de marzo, el antioqueño obtuvo tres medallas de oro y le otorgaron el trofeo Eficiencia en Varones Grupo (categoría) A, que se entrega al mejor de cada división, y el Trofeo Orden de los Caballeros, la máxima distinción del certamen. Sebastián Villa habló con El Observador.

¿Cuál ha sido su mejor clavado?
“Mi mejor clavado fue en Cuba el año pasado, de diez metros, donde saqué nueve y medio de puntuación”.

¿Qué tan alto quiere llegar?
“Quiero llegar a unos Olímpicos y tener una excelente participación allá”.

¿Cómo inició en los clavados?
“Antes, estaba en natación en la Universidad de Antioquia y estaba buscando talentos, entonces me dijeron que yo servía y acá me quedé”.

¿A quién admira? ¿Por qué?
“Juan Guillermo Urán es un gran clavadista, tiene mucho talento, tiene muchas cosas deportivas para destacarle”.

¿Cuál ha sido su mejor viaje?
“Cada uno de mis viajes han sido muy beunos, pero el Mundial del año pasado en Alemania ha sido el mejor, porque me fue muy bien, tuvimos una muy buena convivencia, el quipo estaba muy unido, conocimos y pasamos muy bueno”.

¿Qué palabra aprendió en Alemania?
“Aprendí muchas, pero una fue ‘Ich möchte frühstück’: ‘Yo quiero desayuno’”.

¿Le tiene miedo a las alturas?
“Si, le tengo miedo a las alturas”.

Aunque le teme a las alturas ¿Alguna vez se tiraría en paracaídas?
“Si, claro”.

¿Cada cuánto entrena?
“Entreno todos los días de lunes a sábado, cuatro horas”.

¿Qué es lo más importante en su vida?
“Mi deporte, mi colegio, mi familia y mis amigos”.

¿Se baña con agua fría o caliente?
“Caliente, el agua en Envigado es muy fría”.

¿Ha ido a tirar charco en Barbosa?
“(Risas) No”.

¿Cuál ha sido el mejor campeonato? ¿Por qué?
“El suramericano en Argentina, porque logré en un cien por ciento las metas que tenía: las tres medallas de oro y que me dieran la placa del Señor de Sipan”

¿Qué piensa antes de saltar de la plataforma?
“En nada”.

¿Alguna vez ha soñado que no puede nadar?
“No. Nunca”.

¿Quién lo llevó por primera vez a una piscina?
“Mi mamá. Ella antes era nadadora y me enseñó que tenía que a prender a nadar, porque eso era esencial para la vida. Yo tenía como cuatro años”.

¿Cuántas medallas, trofeos y placas tiene en total?
“Aproximadamente 80 medallas, 2 trofeos y como 6 placas”.

¿Cuál fue la primera medalla que se ganó?
“En el 2000 cuando era novato y le gané a gente que llevaba dos años entrenando y yo apenas llevaba un año y quedé campeón nacional de novatos”.

¿Alguna vez ha nadado con ropa?
“Si, muchas veces, porque cuando uno cumple años lo tiran a uno acá a la piscina con ropa, entonces me toca nadar así. También, muchas veces cuando termina un campeonato todos nos tiramos con ropa”.

domingo, 5 de septiembre de 2010

“No tenía cualidades para ser delantero”

El arquero argentino Gastón Pezzuti llegó al Atlético Nacional para brindarle seguridad al pórtico verde, luego de militar en clubes como Racing y Gimnasia de Jujuy en Argentina.

A sus 33 años de edad el argentino Gastón Pezzuti es una de las contrataciones del fútbol colombiano que, en sus primeras actuaciones, ha causado grata impresión entre los aficionados del país. En una entrevista con El Observador, Pezzuti comentó sobre lo que ha sido su estadía en la ciudad y sobre su vida personal.


¿Cuántos años tenía cuando jugó con un balón por primera vez?
“No tenía uso de razón, pero supongo que por herencia de familia, al año ya tenía un balón en mi casa”.

¿Cómo se dio cuenta que ser arquero era lo suyo?
“(Risas) Porque era muy malo en otro puesto. No me dejaron ser otra cosa, intenté ser goleador, pero rápidamente se dieron cuenta que no tenía cualidades para ser delantero”.

¿Qué es lo mejor del fútbol?
“El jugador es lo mejor del fútbol, porque es el más sano”.

¿Cuál fue la primera sensación al llegar a la ciudad?
“La primera sensación fue el gusto por la ciudad. Me gustó entrar a la primera zona que me llevaron que fue El Poblado y luego la calidez de la gente”.

¿Cuántos goles le ha metido la vida?
“Han sido varios, pero gracias a Dios no tuve golpes duros. Para llegar a hacer algo uno tiene siempre que soportar goles en contra y lo más importante sacarla del arco y volver a empezar”.

¿Se escapaba de niño para irse a jugar fútbol?
“Si. Recuerdo que de niño me escapaba a jugar fútbol y otras cosas, estaba mucho tiempo en la calle.”

¿Cuál es su recuerdo más feliz?
“Mi recuerdo más feliz ha sido con mi familia, creo que como todo niño que ha tenido una infancia como la mía, muy feliz, muy linda, junto a mi grupo familiar, salir de vacaciones hacia la playa, en un lugar donde disfrutábamos del mar y ahí nos juntábamos con amigos.”

¿Qué tan bueno es preparando churrasco?
“Bueno, me doy ‘maña’ con la comida, así que no le tengo miedo”.

¿Qué es lo que más extraña de Argentina?
“Los amigos, la familia (aparte de mi señora y mis hijos, que por suerte los tengo acá conmigo), siempre se extraña eso. Aunque después uno se va acostumbrando.”

¿Tiene algún ritual antes de un partido?
“No, yo trato de concentrarme, trato de hacer ejercicio de concentración y de motivación que me ayuda a estar más tranquilo antes de comenzar un partido”.

¿A quién le dedica los triunfos?
“A todas las personas que estuvieron al lado mío en el momento.”

¿Qué es lo mejor en su vida?
“Lo mejor que tengo son mis hijos”.

¿A quién le gustaría atajarle un penalti?
“No tengo a alguien especial, ni por revancha ni por gusto. Me hubiera gustado ser partícipe de atajar un penal en una final importante de un evento internacional.”

¿Qué hace en su tiempo libre?
“Cuando estoy fuera de mi país trato de conocer donde estoy, de recorrerlo con mi familia; mi señora, con mis hijos, porque nos gusta a los cuatro hacer eso, soy muy ‘familiero’ y si puedo estar en mi casa y estoy cómodo, mejor.”

¿Le gusta el tango? ¿Lo baila?
“Si, mucho. No lo bailo, pero lo escucho”.

¿Qué tan ‘Buenos Aires’ tiene Medellín?
“Un poco el clima de la primavera – verano de allá y, en gran parte o por lo menos en el círculo que me rodeo, la calidez que tiene la gente de Argentina, la tiene aquí la gran mayoría”.

¿De que equipo es hincha?
“De Racing”.

¿Quiénes son sus dos grandes amores?
“Mis hijos, pero mi señora y mi vieja son también grandes amores en mi vida”.

¿Cuál es su meta?
“Mi meta es seguir siendo feliz y criar a mis hijos de la misma manera que mis viejos me criaron a mi. Esa es la meta que tengo en la vida. Lo futbolístico va y viene, ya uno hizo un nombre dentro del fútbol y mantenerlo es importante”.

El perdón, un sentido para la vida

En una sociedad en la que impera la violencia, el odio, los rencores y buscar la vida fácil, sobresale un grupo de jóvenes que gracias a su experiencia en EPJ buscan el perdón, la aceptación, la felicidad y el encuentro con ellos mismos y con los demás, con Dios como guía.

Lina Marcela
Cardona Mejía


Las drogas, el alcohol y los atracos por ‘desatinar’ eran el mundo para Miguel Castañeda* a los 13 años. Pero como todo joven él tenía un referente e ideal en su vida y ese era su padre, Jairo Castañeda, quien lo apoyó en los momentos más duros y le decía que luchara por ser alguien en la vida.

Un nuevo barrio, las malas amistades y decisiones equivocadas hicieron que Miguel se mantuviera alejado de su hogar y optara por vivir lo que el creía era algo ‘bacano’. Un día a uno de sus amigos lo apuñalaron y como él mismo dice “ahí cogí escarmiento” y decidió contarle lo que estaba viviendo a su padre.

“Mi papá me llevó a Carisma cuando le conté que tiraba sacol y me dijo que estaba cayendo muy bajo, pero al llegar allá y ver que me tenía que internar no me dejó, porque según él (el papá), no creía que yo fuera tan mala persona”, afirmó Miguel.

El padre de Miguel hace tres años vivía con su hijo gracias a que se había pensionado y ya podía dedicarse a su familia, por lo que desde ese momento Miguel trató de hacer las cosas mejor. Esa fue una de las principales razones por las que ingresó a estudiar una carrera en la Universidad de Antioquia.

Esta nueva etapa lo ayudó, porque sentía el apoyo de su padre y no quería defraudarlo, pero los designios de la vida son raros y luego de un tiempo su papá se murió y otra vez la vida de Miguel comenzó a tambalear en ese momento creyó que ya nada tenía sentido.

No había pasado mucho tiempo de la muerte de Don Jairo, y Miguel, que trabaja cerca de la iglesia de Santa Gema, vio que siempre se reunía un grupo de jóvenes en el salón social que se reían, cantaban y mostraban una felicidad que él quería experimentar, por lo que decidió ir a preguntar quiénes eran y si se podía unir a ellos.

“Yo veía que se reunía mucha gente, mucho joven y los veía muy alegres y cada que la gente salía de allá, salía gritando cosas, salían felices, entonces me autoinvité y una señora me dijo que tenia que ir a un Encuentro, pero no me decía que era, sólo me decía que era lo mejor que me podía pasar en la vida, pero no me contaba nada”, relató Miguel, quien entre risas cuenta que ha sido muy unido a Dios y que “el que reza y peca empata”.

El grupo EPJ
El grupo de jóvenes alegres que gritaba cosas y se veían felices era el EPJ (Encuentros de Promoción Juvenil) que hace 30 años existe en la ciudad, en la iglesia Santa Gema. Ellos decidieron voluntariamente acercarse a Dios y buscar la felicidad desde lo que les gusta y quieren ser.

Estos Encuentros se realizan cada 4 ó 5 meses y son los mismos jóvenes que asistieron a Encuentros pasados, Emproistas, los que invitan a otros, porque quieren que sus amigos o familiares vivan esta experiencia de reconciliación en el que son guiados por un coordinador y 7 jóvenes, quienes están en un proceso de varios años para transmitir el mensaje a otros jóvenes. También está una pareja de padres, quienes están ahí para amar y apoyar a los asistentes, y un asesor espiritual o sacerdote.

La finalidad del movimiento es “evangelizar al joven a través de los mismos jóvenes, que el joven sea el que hable de Dios, que él sea quien muestre las formas concretas para tener una experiencia o una cercanía con Dios o que el joven sea capaz de entusiasmar a otros”, asegura Héctor Peña, sacerdote de la iglesia Santa Gema y asesor del movimiento. El lema es: Jesús Tipo de Hombre Nuevo.

La música, el arte, el cine, las experiencias de los guías y los compañeros, las actividades que se realizan en Casita Blanca, en La Estrella, son la forma como este grupo de jóvenes entregan el mensaje de vida, de superación y de Dios a todos los asistentes, que desde el primer día ven en ese grupo de personas a una nueva familia.

http://www.elmundo.com/sitio/noticia_detalle.php?idcuerpo=2&dscuerpo=La%20Metro&idseccion=54&dsseccion=Primera%20P%E1gina&idnoticia=131286&imagen=&vl=1&r=noticia_detalle.php&idedicion=1537

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